¿Los “Terribles Dos”? Más bien la fase del “Pequeño Dictador»

Confía en mí cuando te digo que no es solo tu pequeño. Las rabietas, los golpes, las mordidas y los gritos —aunque no son nuestras partes favoritas de la crianza— en realidad son partes normales de la etapa del niño pequeño. Ya sea que tu peque esté en plena fase de los “terribles dos” o poniendo a prueba los límites como un “tresañero”, estos comportamientos son comunes.
¿La buena noticia? Puedes guiar a tu hijo hacia mejores hábitos. Incluso los niños pequeños pueden empezar a aprender las reglas y expectativas de la familia —y ahora es un gran momento para comenzar.

Aquí tienes algunos desafíos comunes del comportamiento en los niños pequeños, y formas sencillas de manejarlos cuando aparezcan.


“No”

¿Recuerdas cuando no podías esperar a escuchar las primeras palabras de tu hijo… cuando aún no podía responderte? Ahora puede parecer que su palabra favorita es “¡no!”. A los niños pequeños les encanta poner a prueba su independencia, y decir “no” es una forma de explorar su creciente sentido de control.

Esta etapa es una parte normal y saludable del desarrollo —tu hijo está aprendiendo sobre los límites, las opciones y hasta dónde puede llegar—. Aunque puede poner a prueba tu paciencia, puedes reducir las luchas de poder ofreciendo opciones (“¿Quieres el vaso azul o el rojo?”) y reservando tus “no” firmes para los momentos que realmente importan, como la seguridad y las rutinas.


¡Golpear, morder, patear… ¡ay, ay, ay!

El comportamiento agresivo, como golpear o morder, es común en los niños pequeños. Aún están aprendiendo a expresar grandes emociones y no tienen las palabras o el autocontrol para hacerlo con calma. Además, aprenden rápidamente que si lastiman a alguien, esa persona suele retroceder (aunque sea temporalmente).

Cuando esto suceda, intenta mantener la calma —aunque duela (¡sabemos que duele!)—. Responde de inmediato, alejando a tu hijo de la situación y ayudándolo a tranquilizarse. Hazle saber que está bien sentirse enojado o triste, pero que no está bien lastimar a los demás.

Luego, muéstrale formas más adecuadas de expresar sus sentimientos: “Veo que estás muy enojado. No se muerde —morder duele—”. Ofrécele alternativas seguras, como morder un juguete de dentición, romper papel o golpear plastilina para liberar su frustración.


Tirar del pelo

Los niños pequeños son pequeños científicos curiosos —siempre probando causa y efecto—. Cuando tiran del cabello de alguien y obtienen una gran reacción, ¡aprenden rápidamente que funciona! Tirar del pelo suele darles una sensación de control, algo que los niños pequeños naturalmente desean (además, las personas hacen sonidos graciosos cuando les tiran del pelo).

Tu hijo podría tirar del pelo para llamar tu atención, proteger un juguete favorito o pedir espacio de un hermano. Comprender el “por qué” detrás del comportamiento puede ayudarte a responder con calma y guiarlo hacia mejores maneras de expresar lo que necesita.


Correr como si su vida dependiera de ello

A los niños pequeños les encanta su independencia —y a veces eso significa salir corriendo a toda velocidad—. Aunque correr es una forma normal de probar límites, puede convertirse rápidamente en un problema de seguridad, especialmente cerca de calles o en lugares concurridos.

Bríndale espacios seguros para correr y explorar, como un parque cercado o un campo abierto. Permitirle liderar en estos entornos puede hacer que sea más probable que siga tus instrucciones cuando realmente importe.

Antes de salir, habla sobre las expectativas: “Recuerda, tienes que tomarme la mano en el estacionamiento.” Y cuando la seguridad no sea negociable, un cochecito, portabebés o arnés pueden ofrecer seguridad adicional.

Si tu pequeño sale corriendo, intenta convertirlo en un juego: un divertido “¡No puedes atraparme!” mientras te mueves en la dirección opuesta puede hacer que vuelva corriendo hacia ti.


Gritos que perforan los oídos

¿Tu casa se ha vuelto un poco más ruidosa últimamente? ¡A los niños pequeños les encanta probar sus voces! Gritar es una parte normal del desarrollo: es la forma en que expresan grandes emociones cuando las palabras no bastan. La emoción, la frustración o incluso la alegría pueden salir como un gran “¡AHHH!”. Y otra vez, puede resultarles gracioso ver la reacción de los demás.

Aunque no hay una solución mágica para los gritos, puedes ayudar a tu hijo a nombrar sus emociones o canalizar esa energía en algo más tranquilo. Convierte el momento en un juego: hablen en susurros y ve si tu hijo te imita (“¡Juguemos al juego del silencio!”).

Evita alzar la voz para competir, eso suele empeorar los gritos. Y recuerda, ¡esta fase no dura para siempre! A medida que crezca su vocabulario, el volumen normalmente disminuye. (Mientras tanto, ¡los tapones para los oídos son completamente válidos!)


Las terribles rabietas

Ah, la clásica rabieta: una parte universal del crecimiento. Las rabietas suelen ocurrir cuando los pequeños están cansados, abrumados o llenos de emociones que aún no pueden manejar.

Puede parecer que lo hacen para salirse con la suya, pero las rabietas no son manipuladoras: son una señal de que tu hijo está teniendo dificultades para controlar sus sentimientos. Con tiempo, paciencia y consuelo, aprenderá mejores formas de expresarse.

Conocer los límites de tu hijo puede ayudar mucho a reducir las rabietas. Intenta prevenirlas evitando que tu pequeño tenga demasiada hambre, sueño o estímulos, ya que esos son factores comunes.

Celebra y elogia los comportamientos positivos, para que aprenda que los momentos tranquilos y cooperativos son los que atraen tu atención —no las rabietas—.

Aun así, incluso con la mejor planificación, las rabietas sucederán. Cuando ocurran, mantén la calma y prueba distracciones suaves o ofrece opciones, como elegir entre dos meriendas o juguetes, para ayudarlo a recuperar el control. Deja claro que no está bien lastimar a otros o lanzar objetos, incluso cuando esté molesto. Puedes decir: “Veo que estás muy enojado. Estoy aquí para ayudarte a calmarte.” Quédate cerca, pero dale espacio para tranquilizarse.

Y recuerda: esta etapa no dura para siempre. La mayoría de los niños tienen menos rabietas entre los 3 y 4 años. ¡Lo estás haciendo genial, incluso en los días difíciles!


Proyectiles

Lanzar objetos es una forma en la que los niños pequeños aprenden sobre el mundo: la gravedad, los sonidos y el efecto causa-efecto. Ofréceles objetos seguros para lanzar (como pelotas suaves) y establece reglas claras sobre dónde se puede hacer. Luego, ¡únete para un juego seguro y divertido!

Hazle saber con suavidad que nunca está bien lanzar cosas a personas o animales, ni tirar objetos cuando está molesto. Si empieza a lanzar cosas, primero intenta redirigirlo —y si continúa, puedes quitarle el juguete con calma—.

Durante las comidas, mantente cerca para intervenir rápidamente si comienza a tirar la comida, y guíalo hacia un comportamiento más adecuado.


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