Manejando el estrés durante las fiestas

Desde el Día de Acción de Gracias hasta Año Nuevo, las tradiciones festivas y las grandes expectativas pueden sentirse emocionantes y abrumadoras. Para muchos niños —especialmente aquellos con sensibilidades sensoriales, ADHD, ansiedad o autismo— los cambios en la rutina pueden hacer que las celebraciones sean estresantes. Unos pequeños ajustes pueden marcar una gran diferencia.

Los padres de niños con desafíos conductuales o sensoriales suelen sentir un estrés adicional durante las fiestas. Las reuniones grandes, las luces brillantes, la música fuerte, las comidas desconocidas y las largas pausas en la rutina pueden ser difíciles para los niños.

Pero con expectativas realistas y algunas estrategias prácticas, los momentos festivos pueden seguir siendo significativos, incluso si se ven diferentes de las imágenes perfectas en las redes sociales.

 

 

Rutinas interrumpidas

Agrega algo de estructura. Busca campamentos de día locales, horas de cuentos en la biblioteca, actividades en museos o salidas cortas como caminar o ir al parque. Incluso actividades pequeñas y predecibles ayudan a mantener una rutina.

Avísales con anticipación. Dile a tu hijo con tiempo —a mediados de diciembre— que la escuela estará cerrada y explícaselo de una manera que puedan entender.

Usa un horario visual. Coloca un horario simple, escrito o con imágenes, en el refrigerador y revísalo con frecuencia. A algunos niños les encantan las sorpresas, pero muchos niños neurodivergentes necesitan previsibilidad.

Mantén la hora de dormir estable. Intenta seguir los horarios de sueño de la época escolar para que el regreso a clases sea más fácil. Las excepciones están bien en ocasiones especiales.

 

 

Ansiedad con familiares y visitas

 

Hospeda en casa si es posible. Para algunas familias, quedarse en casa facilita que los niños tengan alimentos familiares y espacios tranquilos. Pide a los invitados que traigan un platillo o compra algunos alimentos ya preparados.

Planifica con el anfitrión. Si visitas a alguien, avísale que tu hijo puede sentirse abrumado y pregunta dónde puede descansar. Muéstrale ese “lugar tranquilo” al llegar.

Llega en el momento adecuado. Evita entrar directo después de un viaje largo. Haz una parada para que los niños se estiren y se tranquilicen.

Establece expectativas. Explica a tu hijo lo que esperas según sus capacidades —quizás saludar brevemente o participar por un tiempo antes de tomar un descanso—.

Dales tiempo para adaptarse. Permite que se acomoden con un juguete o actividad favorita. No los obligues a abrazar; un saludo con la mano o un choque de puños es suficiente.

Incluye tiempo de descanso. Después de días muy activos, planea momentos tranquilos para evitar la sobrecarga o el agotamiento.

 

 

Comedores selectivos

 

Prepara a la familia. Informa a los anfitriones y familiares cercanos que tu hijo tiene desafíos alimentarios. Esto reduce juicios y comentarios incómodos.

Lleva sus alimentos seguros. Empaca comida familiar para tu hijo. Es válido rechazar amablemente que el anfitrión prepare algo especial si sabes que no funcionará. Alimentar a tu hijo antes de salir también ayuda. Elogia cualquier intento de probar algo nuevo.

Crea un espacio cómodo. Las mesas grandes y ruidosas pueden ser abrumadoras. Una mesa infantil, un rincón tranquilo o utensilios familiares pueden ayudarles a sentirse más seguros.

 

 

Desafíos sensoriales

 

Prueba un tema de colores. En lugar de atuendos idénticos, elige un esquema festivo (rojo y verde, o azul y blanco para Janucá) y deja que los niños elijan ropa cómoda dentro de esos colores.

Elige telas suaves y sin etiquetas. Prioriza materiales cómodos que tu hijo tolere: algodón suave, bambú o similares.

Dales opciones. Muéstrales algunas prendas en línea y permite que elijan lo que se sienta bien y se vea festivo.

Agrega capas cómodas. Si la ropa elegante es áspera, coloca una camiseta suave debajo. Mantén los atuendos frescos y transpirables para evitar molestias sensoriales. Pequeños ajustes —como leggings en lugar de medias o un moño en vez de una corbata— pueden ayudar mucho.

 

 

Viajar con niños

 

Viajar en las fiestas puede ser abrumador, especialmente para niños con necesidades sensoriales o conductuales, pero la planificación ayuda.

Elige el auto cuando puedas. Muchos niños neurodivergentes toleran mejor los viajes largos en auto que los vuelos cortos. Divide viajes largos en dos días si es posible. Si debes volar, prepárate y usa estrategias que faciliten la experiencia.

Hazlo especial. Crea tradiciones de viaje: juegos en el auto, una búsqueda del tesoro visual o una lista de reproducción familiar.

Empaca distracciones. Lleva juguetes pequeños, crayones, objetos de confort y sus bocadillos favoritos. Relaja las reglas de tiempo frente a pantallas en viajes largos.

Incluye pausas para moverse. Para en áreas de descanso para que los niños corran un poco y descarguen energía.

 

Dar y recibir regalos

 

Si tu hijo no muestra grandes reacciones ante los regalos —o incluso los rechaza— puedes prepararte para momentos más tranquilos.

Practiquen con anticipación. Representen cómo abrir regalos y dar las gracias, incluso cuando el obsequio no es lo que querían. Recuérdale que pueden hablar contigo más tarde si se sienten decepcionados.

Sé específico con los familiares. En lugar de preferencias generales (“algo de fútbol”), comparte enlaces o ideas exactas para elegir regalos que tu hijo realmente disfrute.

Considera regalos de experiencias. Membresías de museos, entradas para eventos sensorialmente amigables o salidas familiares suelen funcionar mejor que regalos envueltos que tal vez no abran. Con el tiempo, muchas familias descubren que sus propias tradiciones evolucionan y la presión por “la reacción perfecta” desaparece.