¿Puedes mimar a tu bebé?

 

La respuesta corta es «No», no puedes malcriar a tu bebé.

 

 

Hay una razón por la que los bebés lloran tanto como lo hacen: es su principal (y casi) única forma de comunicar sus necesidades. Los bebés lloran por varias razones: tienen hambre, están cansados, sobreestimulados y, a veces, simplemente lloran aunque hayas hecho todo lo que se te ha ocurrido para satisfacer sus necesidades. Sí, puede ser frustrante y sí, puede ser agotador, pero cuando eres tan pequeño, necesitas tener una forma de captar la atención de la gente.

 

Estar atento a tu bebé cuando llora le permite comprender que «cuando lloro, me consuelan», formando así un apego sano contigo. Cuando los cuidadores son incoherentes o evitan a su bebé cuando llora, esto puede conducir a un estilo de apego inseguro. (Para más información sobre los estilos de apego, haz clic AQUÍ para leer Comprender los estilos de apego para alimentar conexiones parentales seguras)

 

Aunque sí, con el tiempo el bebé puede aprender a dejar de llorar, puede que no sea porque haya aprendido a autocalmarse, sino porque ha aprendido que llorar no le lleva a ninguna parte.

 

Los bebés que experimentan relaciones constantes y afectuosas durante sus primeros años desarrollan un apego seguro a sus cuidadores. A medida que estos niños crecen, suelen gestionar el estrés de forma más eficaz. Además, suelen relacionarse bien con sus compañeros y es más probable que gocen de mejor salud física y emocional cuando sean adultos.

 

Y no, no puedes malcriar a tu bebé cogiéndolo demasiado en brazos; Proporcionarles amor, consuelo y atención es exactamente lo que necesitan de ti. La infancia es una época crucial para establecer vínculos con tu hijo, ayudándole a sentir que su entorno es seguro y que siempre estarás ahí para él. Esta sensación de seguridad favorece un desarrollo sano del cerebro. Las investigaciones demuestran que los niños cuyos cuidadores responden atentamente a sus necesidades durante el primer año tienen más probabilidades de ser autosuficientes, poseer una mayor autoestima, gestionar mejor el estrés, establecer relaciones más sanas y rendir bien en la escuela.

 

Así que no te preocupes por mimar a tu recién nacido. Aprovecha y saborea la oportunidad de sostenerlo, abrazarlo y acurrucarlo todo lo posible, porque nunca volverá a ser tan pequeño. Y muy pronto estarás recordándolo mientras tu hijo pequeño hace su quinta rabieta del día.