Qué hacer cuando tu hijo pequeño se hace mayor

No creo que haya ni un solo padre que no haya sentido un profundo amor por su hijo pequeño y, al mismo tiempo, ganas de arrancarse el pelo, de frustración. Incluso el más dulce de los niños más dulces a menudo saben cómo apretarnos las clavijas mientras exploran y ponen a prueba los límites de su mundo. Aunque controlar el comportamiento de un niño pequeño puede ser un reto, sin duda es posible estableciendo normas, límites y enseñando qué comportamientos son aceptables, lo que ayudará a evitar problemas mayores en el futuro.

 

La coherencia es la clave

 

Los padres que no respetan las normas y consecuencias que establecen se darán cuenta de que sus hijos hacen lo mismo. Por ejemplo, si informas a tu hijo pequeño de que el tiempo fuera será la consecuencia de un comportamiento indeseable, es crucial que hagas cumplir esa norma. Sólo da advertencias por acciones que realmente puedas cumplir; las amenazas vacías pueden debilitar tu autoridad.

 

Además, recuerda que los niños aprenden observando a los adultos, especialmente a sus padres. Por tanto, asegúrate de que tu propio comportamiento sirve de buen ejemplo. Cuando pidas a tu hijo que recoja sus juguetes, tu mensaje resonará más si también has ordenado tus pertenencias en lugar de dejar tus cosas esparcidas por la habitación.

 

La tentación está entre nosotros

 

Como un niño pequeño es un niño pequeño, va a explorar, te guste o no; va a meterse en cosas que no debería. Algunas de las cosas favoritas de los niños pequeños son: el maquillaje, la pasta de dientes, el champú/acondicionador/loción/lavado corporal, el váter, el cubo de la basura, el cuenco de la comida de la mascota, los aparatos electrónicos (mandos a distancia, auriculares, móviles, etc.), las joyas, los utensilios de escritura y los productos de limpieza. Por mucho que los padres intentemos mantener las cosas fuera del alcance de los niños pequeños, de algún modo siempre encuentran la forma de conseguir lo que quieren, lo que a menudo hace que los padres tengan que limpiar algún desastre.

 

Redirigir, Redirigir, Redirigir

 

Cuando tu hijo pequeño se acerque a algo inaceptable o peligroso, dile suavemente «No» y aléjalo de la zona o retira el objeto peligroso de su alcance. Alternativamente, puedes dedicarle a otra actividad. Esta estrategia, conocida como «redirección», puede ser una valiosa adición a tu caja de herramientas de crianza. La vieja táctica de «bate y cambia»: encuentra algo que pueda captar la atención de tu hijo pequeño para que se olvide del siempre tentador[inserta aquí un objeto doméstico aleatorio] y lo deje en paz.

 

¿Tiempo en los tiempos muertos?

 

Los tiempos muertos pueden ser un método disciplinario eficaz; la razón por la que funcionan es que apartan a tu hijo de tu atención positiva. Por ejemplo, si un niño de 2 ó 3 años está pegando, mordiendo o tirando comida, explícale con calma por qué ese comportamiento es inaceptable y llévalo a una zona designada para el tiempo fuera -como una silla de la cocina o el final de las escaleras- durante uno o dos minutos para que recupere la compostura.

 

Como pauta general, es adecuado un minuto de tiempo fuera por cada año de edad, siendo suficientes de 3 a 5 minutos. Los tiempos muertos más largos no aportan ventajas adicionales y pueden entorpecer tus esfuerzos si tu hijo se levanta y se niega a volver antes de que le indiques que el tiempo muerto ha terminado. Si tu hijo abandona prematuramente la zona designada, devuélvele con calma al lugar del tiempo fuera sin entablar conversación ni prestarle atención.

 

Permanece indiferente ante cualquier grito, llanto o súplica. Recuerda que el tiempo fuera es un descanso de tu atención positiva («positiva» significa que le prestas atención, no que la atención en sí sea buena o mala). Lo mejor es concluir el tiempo fuera cuando tu hijo esté sentado tranquilamente; bastan cinco segundos de calma para señalar el final tras el tiempo designado.

 

Controlar las rabietas

 

Las rabietas son (por desgracia) una parte normal de la infancia; se frustran fácilmente, tienen una baja tolerancia a la frustración y aún están aprendiendo a expresarse.

 

La estrategia más eficaz para manejar las rabietas es prevenirlas siempre que sea posible. He aquí algunos consejos útiles:

 

-Asegúrate de que tu hijo no se comporta mal para llamar la atención. Crea una rutina para reconocer y recompensar a tu hijo por su comportamiento positivo con elogios y atención (lo que se suele llamar «tiempo dentro»).

-Permite que tu hijo tome pequeñas decisiones. Esto puede satisfacer su necesidad de independencia y ayudar a evitar las rabietas. Ofrécele opciones sencillas con las que se sienta cómodo, como: «¿Prefieres una manzana o un plátano con la comida?».

-Proporciona juguetes y juegos apropiados para su edad cuando tu hijo esté jugando o aprendiendo una nueva habilidad. Empieza con tareas más sencillas antes de introducir otras más complejas para aumentar su confianza e inspirarle a afrontar retos potencialmente frustrantes.

-Tómate un momento para evaluar las peticiones de tu hijo. ¿Es poco razonable? Si te parece razonable, intenta ser complaciente.

 

Sé consciente de los límites de tu hijo. Si reconoces que tu hijo pequeño está cansado, es prudente evitar ir a la compra o hacer otro recado en ese momento.

 

Cuando no se pueden domar los ánimos

 

Evita complicar la situación con tu propia frustración, pues los niños perciben fácilmente cuando sus padres se sienten abrumados, lo que puede exacerbar su propia angustia. Esfuérzate por comprender la perspectiva de tu hijo; por ejemplo, si ha experimentado recientemente una decepción importante, ofrecerle consuelo puede ser necesario.

 

Los niños suelen buscar la atención de sus padres, y portarse mal es una forma fácil de conseguirla. Una estrategia eficaz para reducir los comportamientos que buscan atención (como llorar, lloriquear o gritar) es ignorarlos. Continúa con tus actividades sin perder de vista a tu hijo, pero abstente de prestarle atención.

 

Por frustrante que sea, la rabieta de un niño pequeño suele empeorar antes de mejorar; pero esto indica que tu enfoque está funcionando. Tu hijo puede intensificar su mal comportamiento en un intento de recuperar tu atención. Una vez que se den cuenta de que portarse mal no les lleva a ninguna parte, es probable que su comportamiento mejore.

 

Si tienes un niño pequeño al que le cuesta calmarse y sigue revolviéndose, puedes say: «Ahora te ayudaré a calmarte». Puedes guiar a tu hijo pequeño para que respire hondo (como «soplar las velas de cumpleaños»), se contonee o comparta un abrazo. Sin embargo, es crucial que no recompenses a tu hijo pequeño cediendo a sus demandas, ya que esto refuerza la idea de que las rabietas son eficaces. En lugar de eso, elogia verbalmente a tu hijo cuando recupere el autocontrol. Enséñale que el buen comportamiento es la mejor manera de conseguir lo que quiere.