Hablemos de autocuidado

Con todo lo que hacemos como padres: trabajar, limpiar, cocinar, limpiar culitos, ser un dispensador de aperitivos o (mi favorito) un trapo de mocos humano; ¿cuándo nos tomamos tiempo para nosotros mismos? ¿Cómo nos tomamos tiempo para reponer y volver a regular nuestro sistema nervioso mientras tenemos que preocuparnos por tantas cosas? ¿Cómo hacer para no sentirnos culpables de tomarnos tiempo para nosotras mismas, para no sentirnos egoístas cuando queremos pasar tiempo a solas o cuando no queremos limpiar, preparar la cena o escuchar nuestro nombre una y otra vez?

 

En primer lugar, seamos realistas, ¿no? La cocina, la limpieza y las constantes vocecillas que te llaman por tu nombre no cesan, pero eso no significa que tengamos que ser perfeccionistas cuando se trata de nuestras responsabilidades. Y antes de que alguien diga que estoy diciendo a la gente que sea perezosa o negligente, no es eso lo que estoy diciendo. Te digo que la vida continuará aunque tu casa esté desordenada, tengas platos en el fregadero, ropa sin lavar o tus hijos hayan comido nuggets de pollo por tercera vez esta semana. Si la casa sigue en pie y los niños han comido y están a salvo, cuenta eso como una victoria.

 

Entonces, ¿qué hacemos?

 

¡Prioriza! Averiguar cuáles son las tareas más importantes; ya sabes, esas tareas que hay que completar o, de lo contrario, tu vida implosiona. Por ejemplo: ir a trabajar, pagar las facturas y asegurarte de que las necesidades de los niños están cubiertas; te aseguras de que esas cosas están hechas y entonces puedes centrarte más en tu autocuidado.

 

Por qué es importante el autocuidado

 

Si no nos cuidamos, estamos abocados a quemarnos y si nos quemamos no somos útiles para nadie. Cuando no nos tomamos tiempo para nosotros mismos, somos más propensos a estar irritables, nos enfadamos con más facilidad, somos más propensos a la sobreestimulación y podemos tener tensión en todo el cuerpo. Cuando aprendemos a ser más conscientes de lo que nos dice nuestro cuerpo y nos ocupamos más de nosotros mismos, podemos estar más comprometidos y presentes con nuestros hijos, nuestro trabajo y nuestra familia. Quizá incluso incitemos a nuestra familia a hacer lo mismo, enseñando a nuestros hijos a ser más conscientes de su cuerpo y de cuándo necesitan un descanso. Porque, en realidad, somos los primeros maestros y modelos de nuestros hijos. Si somos conscientes de lo que hacemos y de cómo afrontamos el estrés, nuestros hijos también aprenderán a hacerlo.

 

 

Estrategias de autocuidado

 

Vale, te diré una cosa, después de haber completado todas las cosas que son prioritarias para ti, podrías quedarte despierta hasta tarde y dedicarte al autocuidado, o podrías levantarte temprano para tener algo de tiempo para ti:

-leer

-entrenamiento (que también ayuda a regular el sueño y el estado de ánimo)

-además, aunque te ejercites durante poco tiempo, sigue siendo algo y eso es mejor que nada. No necesitas equipos sofisticados, hay un montón de sitios web, aplicaciones y vídeos de YouTube que puedes encontrar con ejercicios de peso corporal, Yoga o Pilates.

-medita

-tomar un baño

 

Sea lo que sea, sé consciente de lo que haces y por qué lo haces. Aunque vayas al baño cinco minutos mientras los niños están preocupados y hagas algunos ejercicios de respiración profunda, ¡aprovéchalo mientras puedas! Pero recuerda, no te limites a desconectar el cerebro; el objetivo del autocuidado es disfrutarlo y, si te desconectas, ¿cómo vas a hacerlo?

 

Cuando no funciona

A veces, el autocuidado simplemente no funciona; nos interrumpen, estamos cansados, nos quedamos sin tiempo o simplemente nos olvidamos; pero no pasa nada. Se supone que el autocuidado no debe ser otra tarea que añadir a tu interminable lista de cosas que hacer; se supone que debe hacer que te relajes, no que te estreses. Así que, si no funciona, no te preocupes; siempre hay un mañana.

 

Sentirse culpable

A veces, cuando cuidamos de nosotros mismos puede parecer que estamos siendo negligentes o egoístas, pero lo último que necesitas es empezar a sentir resentimiento hacia los que te rodean. Además, mereces tomarte tiempo para ti, trabajas duro cada día para que tus hijos, tu casa y tu familia estén bien atendidos. Y si te sirve de ayuda, prueba a cambiar el nombre del autocuidado por otro como: autocompasión, amor propio, un «tiempo fuera» para padres, el Club de Mamá/Papá sin Hijos permitidos… ya sabes, lo que te haga sentir bien. Y recuerda que el autocuidado no es egoísta.