Buenos hábitos de sueño

Ah… dormir, lo que todo ser vivo tiene que hacer; excepto quizá las medusas y las estrellas de mar… ¿duermen los gusanos???

 

De todos modos, antes de que nos adentremos en la madriguera del conejo de buscar en Google hábitos de sueño de animales aleatorios, centrémonos en nuestra propia especie, ¿de acuerdo?

 

El sueño cambia a lo largo de nuestra vida y, cuando nuestros hijos son pequeños, puede ser difícil tanto para ellos como para nosotros encontrar un buen ritmo y una rutina, sobre todo para los padres primerizos. Los padres primerizos pasan de dormir cuando quieren y el tiempo que quieren, a sobrevivir de las pequeñas migajas de sueño que les permiten sus hijos, sintiéndose como Oliver Twist: «Por favor, señor, ¿me da un poco más?». Y puedes pensar que esto mejora con la edad, que al final todo el mundo encuentra lo que le funciona y todo el mundo duerme lo que necesita.

 

Ojalá; no es que empeore, pero con cada edad surgen nuevos retos.

 

Verás, lo que ocurre es que, una vez que los padres creen que controlan bien a sus hijos y sus propios hábitos de sueño, llega algo que lo altera y todo se va al garete. Algunas de las intrusiones insidiosas que pueden perturbar tu dulce, dulce descanso de belleza son:

-Enfermedad

-Yeguas nocturnas

-Humectación de la cama

-Tu hijo se siente solo

-Alguien estornudó demasiado fuerte y despertó al bebé

-En la casa de la manzana de abajo tu vecino John acaba de mencionarle a su mujer lo de salir a cortarse el pelo

-Una mariposa batió sus alas de forma equivocada

Sólo exagero un poco, porque, en realidad, los hábitos de sueño de tus hijos son una bestia caprichosa. Pueden verse perturbados por muchas cosas, algunas de las cuales ya conoces, pero a veces los niños simplemente se salen de su ritmo y necesitan ayuda para volver a él.

 

Entonces, ¿qué podemos hacer?

 

Nuestros hijos pueden sufrir muchos problemas que les impiden descansar bien por la noche, siendo la regresión del sueño y la dentición dos de los más comunes; pero aquí tienes algunos consejos que te ayudarán, sea cual sea el motivo por el que tu pequeño no consigue conciliar el sueño:

-Continúa manteniendo o inicia un horario coherente; prepárate para acostarte a la misma hora, haz las mismas cosas a la misma hora, sea lo que sea para ti y tu familia.

-Dar de comer al bebé, bañarlo, leer un libro, poner música tranquila, etc. Siempre que se mantenga constante, para que el bebé empiece a entender qué esperar

-Mantén la habitación del bebé como un oasis tranquilo y relajado para él. Haz de su habitación un santuario para el sueño; intenta no utilizar su habitación para jugar, de este modo asociará su habitación con el sueño y no con lo posterior.

-Usa cortinas opacas. Esto es especialmente útil en los meses de verano.

-Pon música tranquila/ruido blanco

-No cambies a tu bebé a menos que sea absolutamente necesario para evitar que se despierte

-Evita involucrarte demasiado con tu bebé; no le mires a los ojos, no le hagas cosquillas, intenta mantener la voz uniforme y baja

 

Dicho todo esto, seguro que habrá contratiempos y algunas noches muy, muy tardías que ni siquiera un litro de café podría arreglar. Sólo tienes que saber que todo, incluso los acontecimientos negativos, acaban pasando aunque en el momento no lo parezca. Como padres, aprendemos a ser flexibles por necesidad, porque nuestras necesidades pasan a un segundo plano frente a las de nuestros hijos. Así que prepárate para tener la mejor noche de sueño de tu vida una noche y la siguiente tener un total combinado de 2 horas de sueño… Ésta es tu nueva normalidad y no pasa nada, ¡lo superarás!

 

Si alguna vez crees que tu hijo no duerme lo suficiente, aunque parezca que lo has intentado todo, habla con tu pediatra sobre lo que te preocupa. Otras cuestiones que puede ser buena idea plantear a tu pediatra: ronquidos fuertes o pausas en su respiración cuando duerme.

 

Para más información sobre hábitos de sueño saludables, visita

Niños de todo el país

Fundación del Sueño

Niños sanos

Instituto Mente Infantil