Teléfonos inteligentes, bebés y la importancia de estar presentes
Todos somos culpables de esto, aun sabiendo que pasar demasiado tiempo en el teléfono puede afectar nuestra salud mental y nuestras relaciones. Aun así, seguimos haciéndolo; todos buscamos una forma de desconectarnos y relajarnos unos minutos de los retos del trabajo, la crianza de los hijos y el drama familiar.
Pero para los nuevos padres, el uso del teléfono puede tener un impacto aún mayor. Usar dispositivos digitales mientras se cuida a un bebé puede afectar cómo los bebés crecen y se conectan. Las investigaciones muestran que el uso frecuente del teléfono inteligente cerca de los bebés está relacionado con preocupaciones en el desarrollo, incluidos desafíos para formar un apego seguro.
Convertirse en padre o madre es un momento clave para desarrollar hábitos saludables. Durante el embarazo y los primeros años de crianza, los futuros padres hablan con muchos profesionales, pero los estudios han encontrado que rara vez reciben orientación clara y coordinada sobre cómo manejar el uso del teléfono alrededor de sus bebés.
El uso del teléfono por parte de los adultos casi nunca se menciona durante las visitas de control del niño sano; al final, solo hay tanto de qué hablar en quince minutos. El apego seguro es esencial para el desarrollo saludable de un bebé. Los bebés necesitan horas de tiempo cara a cara con sus cuidadores para ayudar a que su cerebro crezca. Esto ocurre mejor cuando los padres están emocionalmente presentes y responden a las señales de su bebé.
Un buen momento para esto es durante la alimentación. Tener esa conexión física —ya sea amamantando o dando biberón— mientras se miran y exploran mutuamente el rostro ayuda a fortalecer el apego seguro del bebé.
El uso constante del teléfono puede interferir con esa conexión. Cuando los cuidadores se distraen con sus dispositivos, se interrumpe la sensibilidad y disponibilidad que los bebés necesitan para sentirse seguros y apoyados. Es como cuando hablas con alguien y quieres toda su atención; no quieres que esté mirando su teléfono, haciéndote sentir que no eres tan importante como lo que aparece en la pantalla.
Los bebés nacen con sistemas nerviosos y sentidos inmaduros, pero entran a un mundo acelerado lleno de pantallas, sonidos y distracciones digitales. Esto hace que los cuidadores sean especialmente importantes como una especie de “filtro humano”, ayudando a proteger a los bebés de sentirse abrumados.
Los psicólogos llaman a las interrupciones frecuentes causadas por la tecnología durante la crianza “tecnoferencia”. La atención del cuidador se desvía del bebé hacia el teléfono, creando lo que se ha descrito como una “presencia ausente”. El teléfono se convierte en una forma de contaminación social dentro de la relación.
Aunque esto puede resultar frustrante para cualquiera, es especialmente dañino para los bebés. Su conexión con los adultos de confianza es lo que les permite sentirse lo suficientemente seguros como para aprender y crecer. Cuando esa conexión se interrumpe en una etapa tan sensible del desarrollo, el impacto es mucho mayor.
Durante la infancia, los bebés están programados para buscar en el rostro de su cuidador señales de seguridad. El uso del teléfono puede apagar las expresiones faciales y reducir la interacción, lo que se ha demostrado que provoca respuestas de estrés en los bebés.
